Suzuki Kizashi, un ejemplo de cómo demostrar el potencial máximo de una compañía

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Imagina que te ponen a los mandos de una empresa de coches «normalitos» y que aunque ésta ha tenido diversos coqueteos con la competición en el pasado, así como algunos ejemplos (ligeros) de versiones deportivas de algunos de sus modelos a lo largo de su historia, no deja de tener la imagen de eso, de una marca de coches utilitarios destinados a ofrecer principalmente un servicio sin evocar en el conductor más emociones de las «debidas».

Cuando te pones ante el timón, piensas que ya es hora de cambiar eso, pero sabes que tampoco te puedes pasar y hacerlo en toda la gama, porque a fin de cuentas, esto es un negocio y el cometido principal de la empresa es seguir ofreciendo ese tipo de coches a los que tiene acostumbrados a los clientes.

Entonces te das cuenta que aunque no puedas transformar la marca, después de echar un vistazo en las cuentas corrientes, observas que «algo» hay para poder desarrollar un modelo cuyas características se salgan de los esquemas normales de la marca, un coche destinado a emocionar, un coche que cuando la gente hable de ese coche, les cueste creer que es de dicha marca.  Podemos decir que algo parecido pasó con el protagonista cuyo nombre titula ésta entrada, el que quizás sea uno de los modelos más increíbles que haya comercializado Suzuki, un modelo que precisamente, dentro de muy poco será el décimo aniversario de cuando se lanzó al mercado.

Si bien mucho@s lo conocéis porque dentro de lo que cabe es un modelo relativamente moderno, (abandonó el mercado hace prácticamente cuatro escasos años), es uno de esos grandes coches que por desgracia no cosechó toda la mención y popularidad que se merecía, pues a pesar de ser un automóvil fascinante, se acabó marchando por la puerta de atrás con unas cifras de ventas bastante discretas, y cuando se habla de Suzuki, no es claramente uno de los modelos más reconocidos y recordados.

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Vamos a comenzar con sus inicios, cogiendo la máquina del tiempo, y aparcandola en el Frankfurt de 2007, dónde se presentaba en su popular Salón del automóvil que se suele celebrar sobre éstas fechas. Allí, en el stand de la firma japonesa, se veía por primera vez el nombre de Kizashi plasmado en un concept car de estilo shooting brake cuyas motorizaciones propuestas poco tendrían que ver con la que acabaría alimentando a nuestro protagonista real.

Dicho concept car, presentado en un elegante color cereza, contaba en su ficha de datos técnicos con la opción de equipar un motor turbodiésel de 2 litros con un cambio automático secuencial de 6 velocidades y tracción total. Afortunadamente como digo, «los tiros» fueron por otra parte y el concepto original fue tomando una variante distinta cuya segunda fase se dejaría ver tan sólo unos meses después en el Salón de Tokio del mismo año.

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En ésta ocasión, el Kizashi Concept 2, se había convertido en una especie de suv de líneas suaves, que en ésta ocasión equipaba un motor de gasolina de seis cilindros en V y 3,6 litros (menos mal que descartaron el diésel), y que junto a unas desmesuradas llantas de 22 pulgadas, nos mostraban que la idea de la firma japonesa se enfocaba en hacer un todocamino más sofisticado y refinado de lo que nos tenían acostumbrados. Sí, parecía que lo del shooting brake era para despistar, y que el Concept 2 nos mostraba la idea principal, que en Suzuki querían tirar la casa por la ventana para desarrollar un tipo de producto con el que la firma solía tener éxtio, un offroad, pero como digo, más «pijo».

Y cuanto todo el mundo pensaba que lo que estaba cociendo la marca era «eso», muy poco después en el Salón del Automóvil de Nueva York de 2008, Suzuki presentaba el Kizashi Concept 3, que nos adelantaba claramente el qué acabaría siendo realmente el Kizashi, una berlina de diseño y carácter deportivo. Espera, ¿una berlina después de todo?, ¿Suzuki?, pues sí, señor@s, en Suzuki pensaron que siempre habían ofrecido lo mismo, y que ya era hora de cambiar el concepto, quisieron demostrar que podían llegar más lejos de los típicos kei car o de los suv de tamaño mediano, Suzuki tenía capacidad de hacer algo fuera de serie, y el Concept 3 nos lo mostraba.

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Eso sí, el producto final no tendría ni las llantas de 22 pulgadas ni el motor V6 de 3.6 litros y 300 CV que tendría el Concept 3, aunque afortunadamente no fue muy desencaminado de esas cifras. Pues cuando la marca presentó oficialmente el Kizashi de producción a finales de 2009, éste reflejó en su hoja de datos técnicos también un fabuloso motor de seis cilindros en V, pero de 2,4 litros y 178 CV  a 6.500 pm, (admitamos que 300 CV hubiese sido ya tirar la casa por la ventana).

Otro detalle que afortunadamente también quiso Suzuki mantener en el modelo de producción (además del nombre, que se ve que les gustó) fue la tracción total a las cuatro ruedas, aunque eso sí, de forma opcional y sólo ligada a la caja de cambios automática que curiosamente fue de tipo CVT y no de 6 velocidades como la que contó los modelos concept. Si querías un Kizashi con cambio manual de 6 velocidades, mantenías la potencia, pero la tracción era delantera (no iba a ser todo perfecto ¿verdad?).

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Así que con éstas cifras, un diseño fino y elegante (curiosamente mejor que el del propio concept para mi gusto), una conducción magistral, y un interior que muchos medios declararon que «no es el típico interior de un Suzuki» de la calidad que rezumaba, no hace falta seguir diciendo que el Kizashi era y sigue siendo una «pasada» de coche. ¿Podría entonces el Suzuki Kizashi ser un auténtico superventas? Pues naturalmente NO.

Si bien como digo, el Kizashi es ese tipo de coche que hace brillar la mirada de un aficionado al motor al mismo tiempo que le dibuja una sonrisa cuando lo ve, el concepto del Kizashi final no portaba la fórmula de ser un superventas, y eso que aunque nos pueda parecer que Suzuki lo desarrolló para fascinar a los aficionados y demostrar que era capaz de hacer lo que quisiera, lo cierto es que el Kizashi tenía una razón de ser comercial como todo automóvil que se lanza al mercado, y dicha razón era reconquistar el mercado norteamericano.

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Suzuki no era una marca de berlinas, de hecho podríamos decir que su primera gran berlina fue el Kizashi, pero en el mercado norteamericano, ese gran mercado que todos quieren conquistar, llevaba ofreciendo berlinas desde hacía unos años, y el Kizashi vino para sustituir a la berlina más grande de su gama norteamericana, el Suzuki Verona. Si su nombre poco tenía que ver con la ciudad italiana, el modelo en sí tampoco tenía que ver mucho con Suzuki, pues el Verona era un rebadged de un producto de General Motors, exactamente, el Daewoo Magnus, también conocido como Chevrolet Evanda o Epica en otros mercados.

Así que cuando en Suzuki se pusieron manos a la obra para hacer el modelo más representativo que habían desarrollado en años, pensaron que sería buena idea sustituir al Verona con un producto propio, a lo grande, con un señor V6 para conquistar a los corazones de los potenciales compradores norteamericanos, un hecho que a pesar de los esfuerzos, no llegó a producirse como el fabricante japonés pensó que podría haber sido. De hecho el fracaso comercial en Estados Unidos del Kizashi fue una de las razones por la que el fabricante japonés acabó tirando ya la toalla en la tierra del tío Sam, abandonándola definitivamente como fabricante de automóviles.

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¿Pero cuál fue la gota de colmó el vaso?, pues que el Kizashi, al estar pensado principalmente para el mercado estadounidense, no terminaba de encajar en el resto del mundo. En Europa le faltó una motorización diésel, pues llegó al mercado en un momento en el que la fiebre del diésel seguía en la cabeza de los europeos, y en el mercado japonés, era demasiado grande y al mismo tiempo demasiado pequeño.

Y es que el Kizashi era una berlina de segmento D, y con una longitud de 4,65 metros (aunque no lo aparente la verdad), resultaba ser grande para los típicos clientes japoneses de Suzuki que buscaban pagar lo menos posible en impuestos (no hay que olvidar que en japón los impuestos de matriculación están influenciados por las dimensiones), y al mismo tiempo, resultaba ser un poco pequeño para los no tan altos ejecutivos que buscaban un coche como un Toyota Mark II o un Nissan Teana, que a pesar de ser un «poquito» más largos, daban una imagen un tanto más seria y no tan deportiva.

A todo eso(por si fuese poco) sumemos que ya empezaba el virus del suv, y la berlina comenzaba una fase de decadencia que como hemos podido ver, cada vez ha ido y siguen yendo a más y a más. Así que tras poco más de cinco años en el mercado, el Kizashi se retiraba por la puerta de atrás como un auténtico incomprendido a pesar de su grandeza, sin un sucesor directo (ni planteamientos de tenerlo).

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En Suzuki aprendieron la lección, y desde entonces, como hemos podido ver en los últimos años, su estrategia se ha centrado en una gama de automóviles con dimensiones más reducidas, vamos que el más grande ahora mismo es el SX-4 (hablando de un producto propio). El kizashi pasará la historia como un producto «casi» sobresaliente, que si eres aficionad@ al motor, te tiene que gustar, tanto estética como técnicamente hablando (bueno la estética es relativo, no vamos a hacer estrictos).

Cabe destacar que el Kizashi fue un coche muy elogiado, no sólo por parte de la prensa (que ya es mérito), sino también a nivel de organismos como el ANCAP (la Euroncap Australiana), que lo galardonó con la máxima puntuación de seguridad (curiosamente por la Euroncap no pasó). También tuvo reconocimientos como  mejor compra en 2011 por la revista Consumers Digest, entre otros muchos.

A día de hoy, se sigue mencionando la fiabilidad y refinamiento de su motor V6, convirtiéndolo, para mi opinión en una interesante compra en el mercado de segunda mano. En España por ejemplo, los pocos que hay a la venta suelen rondar un precio de entre siete mil y doce mil euros. Unas cifras realmente buenas para un coche que aquí costaba casi treinta mil euros nuevo, y cuyo equipamiento no está exento de elementos tan curiosos como techo solar, bluetooth, arranque sin llave, climatizador bizona o sensores de parking entre otras cosas.

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De entre las otras cosas, no se encuentra precisamente el navegador, pues Suzuki omitió la opción de ofrecer un navegador propio en el Kizashi en diversos mercados como el europeo para abaratar costes. Pero a pesar de que estuvo feo que un coche de ésta categoría no lo ofreciese en todos los mercados, un detalle como éste resultaba ser sólo un pequeño problema de los muchos que tuvo que afrontar el Kizashi, un producto sensacional que  como habéis podido ver, llegó en un momento equivocado de la forma equivocada «comercialmente» hablando.

Sigo insistiendo en que a nivel de prestaciones, es un coche que hay que tener muy en cuenta, y que espero que en unos años, consiga cosechar algo más de reconocimiento, catalogándose como uno de los productos más espectaculares que ha ofrecido la marca japonesa a lo largo de su historia, y cuya presencia en la historia del automóvil, debería de ser más subrayada y reconocida. ¿No creéis?

¡Nos vemos en la siguiente!

 

 

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